El furor por este cuento ha vuelto gracias a la última adaptación de Disney, pero los hechos que inspiraron las clásicas versiones del siglo XVIII se remontan a muchos años antes.
Posiblemente la versión más conocida del cuento (omitiendo las adaptaciones de Disney) es la que dio a conocer Jeanne-Marie Leprince de Beaumont quien a su vez tomó la idea del presentado por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve. Ambas versiones coinciden, de manera general, en la idea de un hombre condenado a ser una bestia y que tras una serie de eventos termina cautivado por una señorita muy atractiva.
Villeneuve se inspiró en un matrimonio arreglado por la reina Catalina de Médici entre uno de sus sirvientes, Pedro González, y una jóven parisina llamada Catherine.
Pedro González nació en 1537 en Tenerife, padecía una enfermedad desconocida en la época, muy rara incluso hoy día: hipertricosis. Esta condición lo volvió extravagante, a tal grado que a sus 10 años de edad fue tomado como presente para el monarca Carlos V así que lo llevaron a la corte ubicada en Bruselas. Sin embargo, una serie de eventos catastróficos evitaron que González llegara a la Corte de Carlos V y tras ser capturado por corsarios es desviado a la corte francesa donde fue entregado al rey Enrique II.
La llegada de González impresionó a todos los miembros de la corte y rápidamente fue descrito por muchos estudiosos de la época y se mandó a retratarlo para que otros príncipes europeos lo conocieran.
A la par el rey Enrique II trató de «civilizarlo» por lo que le enseñó las costumbres de la corte y le facilitó clases de literatura y diferentes lenguas.
Dentro de la corte vivió protegido por el monarca, prestando servicio y mostrándose cada vez que éste lo pidiera. Una práctica común en la época con respecto a gente extravagante: indígenas americanos y asiáticos, por ejemplo.
Años más tarde, al morir Enrique II muchos de sus bienes pasaron a depender de su esposa, Catalina de Médici. Entre esos bienes se encontraba Pedro González quien a ojos de la viuda del monarca necesitaba ser emparentado para causar sensación entre la alta sociedad parisina.
La joven elegida fue Catherine quien al conocer a su futuro esposo no pudo ocultar su horror, pese a ello no rechazó las ordenes de Catalina y con el tiempo llegó a llevarse muy bien con Pedro González. Años después el matrimonio procreó a 7 hijos, de ellos 4 heredaron el padecimiento de su padre.
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