En 1979 el excelso director de cine, Wermen Herzog, lanzó su versión de la clásica película de 1922: Nosferatu. Distinta a la primera versión, la película de Herzog atrapa al espectador hasta el punto de intimar con los personajes y producir desesperación en el clímax fílmico.

La historia es bien conocida, una adaptación de la novela de Bram Stoker: Drácula que con sutiles variantes permiten que el espectador se vea inmerso en una historia de lucha personal, amor, intriga y suspenso (encabezados por el vampiro y los horrores con los que azota la ciudad de los protagonistas).
Se desarrolla en el año de 1832 en la ciudad de Wismar. Un agente inmobiliario ha entablado correspondencia con un noble interesado en adquirir propiedades en dicha ciudad. Debido a que este hombre vive en Transilvania el agente inmobiliario pide a uno de sus empleados, Jonathan Harker, visitarlo en su castillo para cerrar el trato de venta.
Harker (interpretado por Bruno Ganz) viaja hasta Transilvania y es recibido por el conde Drácula (maravillosamente interpretado por Klaus Kinski) que apresura los detalles para terminar la compra de propiedades en Wismar y partir de inmediato. Sin embargo, antes de partir encierra a Harker en su castillo y se embarca hasta la ciudad a la que azotará con una plaga terrible y donde saciará su sed de sagre.
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