Relatos de pandemias I

En esta tierra el calor es el pan de cada día. Naces, vives y mueres sin pasar frío ni un día de tu vida. Dicen que en el camino a México se pierde el calor, dicen que no muy lejos de aquí, en las montañas, hace frío. Eso dicen.

También están los meses de norte, unas ráfagas de viento ensordecedor que ayudan a soportar este infierno, pero son peligrosas. Desde chico te enseñan a nunca confiarte del norte.

Y si no fuera suficiente, también están los mosquitos. Dicen que los mosquitos portan la fiebre que ataca, principalmente, a los delicados extranjeros.

Con todo eso, pasando la muralla, donde acaba la ciudad, se tiene una vista maravillosa de los barcos que van y vienen. Estos navíos se cargan con mercancías variopintas; desconocidas para la mayoría, otras tan comunes que no impresionan a nadie, lujos que corresponden la opulencia, oportunidades para los que vendemos a diario. Pero desde hace algunos años los barcos también llegan cargados con los regimientos del rey. Soldados que se estacionan en la ciudad y a los pocos días parten con rumbo a Xalapa y más allá, por donde se habla de guerra.

Dicen que uno de esos regimientos venía enfermo. Que uno de sus soldados, a los pocos días de arribar, se llenó de granos. Dicen, los cirujanos de la ciudad, que ese regimiento despertó un mal que había dormido por años: la viruela.

No está muy claro cómo pasó, todos los barcos se detienen cerca del Castillo de San Juan de Ulúa y esperan una inspección. Si uno viene con enfermos se pone en cuarentena, pero este barco, el navío Miño, pasó sin problemas.

El mismo día que el Miño arribó al puerto uno de sus soldados se presentó al Hospital de San Carlos, donde lo detuvieron y apartaron del resto de los enfermos. A los dos días tres de sus compañeros también se internaron y fueron apartados del resto de enfermos. Siete días más tarde se recibieron noticias desde Xalapa, la mitad del regimiento tenía signos de viruela.

Después de 14 días la viruela natural se había apoderado de la ciudad: mis conocidos enfermaron, sus hijos también enfermaron, las autoridades perdieron la cabeza y decretaron cuarentena de 15 días para quienes presentaran signos de la enfermedad.

Hoy se cumplen 35 días de la llegada del navío Miño. Sobreviví a cuatro noches de fiebre, al quinto día cedió la fiebre pero mi cuerpo se llenó de pústulas. Dos días más tarde me invadió una comezón insoportable y algunas de las pústulas reventaron. Hoy se cumple mi octavo día de cuarentena, los síntomas empeoran cada vez más y el calor, como es costumbre en este puerto, se convierte en aliado de la muerte que ronda por las calles.

San Juan de Ulua. WikiCommons
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