Diario de un posgrado VI-Encuentros académicos

En otra entrada de esta sección sobre mi camino en el posgrado adelantaba que uno de los mayores problemas que se aquejan a la investigación histórica es la soledad.

Desde entonces he lidiado con jornadas de trabajo extensas: revisión de historiografía, trabajo de archivo y escritura, todo de manera individual. Sin embargo, también he logrado conciliar algunas estrategias para mantenerme en contacto con mis colegas: seminarios informales, seminarios formales, salidas a la biblioteca con miras a encontrar a alguien más que a buscar libros y últimamente un fructífero encuentro académico.

Anuncios

Mucho se ha dicho sobre los encuentros académicos, incluso se han utilizado para demonizar los viajes de trabajo orientados a presentar avances de investigación, pero más allá de que efectivamente son oportunidades para conocer otras ciudades creo que este tipo de eventos son fundamentales.

Los encuentros académicos son espacios en los que se puede poner un rostro a colegas y profesores a quienes acostumbramos leer, son espacios en los que se encuentran temas que responden a líneas de interés similares lo que abre la puerta para el intercambio de ideas, también son espacios que permiten conocer qué hacen nuestros pares, sí, en lo académico, pero también en los aspectos mundanos de la vida (no olvidemos que la academia, la investigación y nuestros trabajos son a penas una pequeña parte de nuestra vida, hay mucho más que eso).

En días pasados asistí a uno de estos encuentros académicos. Tuve la fortuna de coincidir con estudiantes de posgrado en Historia de Estados Unidos y Brasil (además de México, claro) y me pareció una experiencia gratificante. No solamente aprendí sobre la pluralidad de enfoques que existen en otros países, también identifiqué qué temas predominan en otros programas de doctorado, tuve diálogos interesantes, conocí a profesoras que había leído alguna vez y con las cuales logré intercambiar algunas ideas. Por otra parte, también aprendí mucho de la gente, la dimensión social que influye en todos los que nos dedicamos a la producción historiográfica, pero también sobre la ciudad del evento y en particular sobre la universidad en la que se desarrolló este encuentro.

Después de algunos días creo que este encuentro me dejó muchos aprendizajes personales, profesionales y sobre todo en torno a la importancia de fomentar estos espacios. Recordé los tiempos del confinamiento por la pandemia por COVID-19 y aunque los puntos de encuentro proliferaron gracias a las videoconferencia los intercambios de ideas no se acercaron para nada a lo que sucede en los encuentros presenciales.

Hasta aquí la entrada sobre el posgrado. De vuelta a las lecturas y la escritura, hasta encontrar un nuevo tema para compartir por aquí.


Mi libro «Esto no es vida: una historia de amor, robo y sueños que nunca se cumplieron» sigue en Amazon Kindle. Te lo dejo por aquí por si quieres echarle un ojo.

Esta web funciona gracias a WordPress.com.